Capítulo 11: Visión
de futuro
Las tecnologías de impresión
3D evolucionan muy rápidamente.
Intentemos no obstante
adivinar el futuro.
“Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando
se trata del futuro”.
Niels Bohr.
Durante los últimos años, la
impresión 3D ha llenado literalmente miles de titulares y ha aparecido en
numerosos telediarios y múltiples reportajes. Sin embargo, ahora parece que
estamos en un momento de bajón, de una cierta desilusión.
Esto no es algo nuevo, sino que
parece tan habitual en la aparición de nuevas tecnologías que hasta se formuló
en forma de ley, la llamada ley de Amara: “Tendemos a sobre-estimar
el efecto de la tecnología en el corto plazo y a minimizarlo en el largo plazo”,
enunciada por Roy Charles Amara.
Pues bien, a efectos de análisis,
resulta adecuado diferenciar entre la fabricación aditiva industrial y su
aplicación en el hogar. Los expertos consideran que la impresión 3D en la
industria se encuentra ya en una fase consolidada, en la que ya se ha pasado
por ese tiovivo de expectaciones infladas, y por tanto extendiéndose de una
forma sólida en muchas fábricas y en muchos sectores, al ser ya una tecnología
conocida.
Sin embargo, la impresión 3D para el
consumo personal está claramente en un momento de desilusión, cayendo en
picado, tras unos años de mucho ruido mediático. Es por ello que algunas
empresas fabricantes de impresoras 3D de sobremesa han anunciado -por vez primera-
un decrecimiento en sus ventas.
Sin temor a equivocarme, a corto y
medio plazo es de esperar una serie de tendencias en la fabricación aditiva,
simplemente por las esperadas mejoras tecnológicas y el asentamiento del nuevo
paradigma de fabricación:
·
Un aumento de la velocidad de
trabajo de las impresoras 3D, por múltiples motivos como la introducción de varios
láseres en un sistema SLS, o la paralelización de tareas al abaratarse los
costes de los distintos componentes.
·
Un aumento de la precisión,
con capas optimizadas de diferentes grosores, que poco a poco serán cada vez
menos perceptibles por el usuario a la vista o al tacto, y que disminuirán a su
vez las necesidades de post-producción.
·
Una disminución en el precio
de las máquinas en todas las tecnologías, junto con un abaratamiento de los
materiales (filamentos, polvos, hojas, etc...) que conseguirán que el precio
unitario del objeto fabricado en impresora 3D continúe bajando.
·
Un mayor volumen de trabajo
en todas las tecnologías: cámaras y máquinas cada vez mayores que pondrán cada
vez más alto el límite de producción por tamaño del objeto.
·
Una mejora de las
herramientas de creación de modelos 3D, desde el escaneo al software de
modelado, que serán más potentes y fáciles de usar.
·
Un mayor conocimiento en el
mercado lo que llevará aparejado la disponibilidad de trabajadores más formados
y con un menor coste para la empresa.
·
En general, una mayor calidad
del producto final, que hará que poco a poco algunas tecnologías desaparezcan para
dejar únicamente las 3 ó 4 que realmente se revelen como las mejores en cada
material.
·
La proliferación de
fabricantes de maquinaria 3D, de centros de uso y hubs, que aumentará el
porcentaje de objetos manufacturados con tecnologías de fabricación aditiva.
Todas estas tendencias no eliminarán
no obstante aún las otras tecnologías, sino que los tres tipos -aditiva,
conformativa y sustractiva- coexistirán y aparecerán procesos mixtos que
sacarán lo mejor de cada uno. Lo que sí ocurrirá, lógicamente, es que los
puntos en que una tecnología era económicamente más rentable que otra
cambiarán. En términos de nuestras curvas de coste, lo que ocurrirá es que la
curva de coste unitaria para la fabricación aditiva continuará bajando, y por
tanto el número de unidades (tamaño de lote) que habrá que fabricar para que
compense la fabricación más tradicional será aún mayor. En definitiva, las
economías de escala continuarán favoreciendo a la fabricación no aditiva, pero
se limitará a los casos en que haya que hacer piezas simples y con miles de
unidades.
En resumen, la fabricación aditiva
continuará su marcha imparable de crecimiento, capturando mercado a las otras
opciones, pero sin eliminarlas sino conviviendo con ellas.
Hace no muchos años, al poco de
nacer, los ordenadores tenían un tamaño descomunal y eran accesibles a sólo
unos pocos privilegiados. Cuando imaginaban escenarios futuros, los escritores
de ciencia ficción hablaban de ordenadores cada vez más grandes y más potentes
hasta alcanzar una inteligencia superior, como la gigantesca Multivac de
Isaac Asimov.
Pocos imaginaban que el proceso sería
pasar del ordenador en el centro de cálculo al ordenador personal producido en
masa hasta el mundo actual en el que el móvil más tonto tiene bastante más
capacidad de proceso que los grandes ordenadores de los años cincuenta.
Análogamente, los centros de
impresión se acabaron convirtiendo en las pequeñas impresoras de chorro de
tinta o láser que mucha gente tiene en casa para obtener impresos sus dibujos y
trabajos en un momento.
¿Pasará lo mismo con la impresión 3D?
Hay quien opina que en un breve
periodo tendremos en los hogares, como un electrodoméstico más, una impresora
3D que nos proporcionará bajo demanda lo que necesitemos. Otros, en cambio,
opinan que esto no pasará en el corto o medio plazo, por los múltiples
obstáculos que hay que superar hasta llegar a ese escenario.
Es cierto que el tener una impresora
de extrusión de filamento en casa empieza a ser algo más conocido, pero en
ningún caso puede considerarse que ello vaya a ser algo habitual, por cuanto
esta tecnología no es en absoluto suficiente para solucionar las necesidades de
un usuario medio. En mi opinión, para llegar al nivel que exigiría la impresora
3D doméstica, falta aún muchísimo y por tanto podemos estar tranquilos: la
fábrica no se trasladará a casa. Otra cosa es que -en esto sí que creo que no
estamos tan lejos- la fábrica se traslade a la vuelta de la esquina, al menos
para determinado tipo de productos.
Mientras tanto, la impresora 3D
doméstica permanecerá en el ámbito de los aficionados makers, o en los
niveles de aprendizaje. ¿Quiere esto decir que recomiendo tener una en casa si
no se es un maker? Desde el punto de vista de “utilidad” pura y dura, la
respuesta es claramente no. Ahora, un consejo, si no quiere perderse aprender
de primera mano en qué consiste una de las tecnologías más revolucionarias de
los últimos años, mi respuesta es un rotundo sí.
Entrando más en detalle de las
distintas aplicaciones y tecnologías de la fabricación aditiva, se consideran
ya consolidados temas como la impresión de aparatos dentales o los escáneres
3D, de los que podemos esperar por tanto un crecimiento sólido en los próximos
años.
Un paso por detrás estarían aplicaciones
como los objetos electrónicos fabricados por impresión 3D o la bio-impresión de
tejido humano, soluciones que irán consolidándose en periodos más largos de
cinco a diez años.
Pero si tratamos realmente de
adivinar el futuro, la parte más interesante son aquellas tecnologías que están
en un momento inicial de lanzamiento tecnológico y que, por tanto, en
condiciones normales debería tardar más de diez años en confirmarse como
soluciones reales. ¿Qué podemos encontrar aquí? Un futuro tan interesante como:
a) Software para el flujo y control de la impresión 3D (es decir,
software que haga realmente posible la completa fabricación digital o smart manufacturing)
b) La impresión 4D.
c) Impresión 3D en “nanoescala” y en macro-escala (es decir,
objetos minúsculos o gigantescos fabricados así).
d) Medicinas impresas.
e) Trasplante de órganos bio-impresos.
En unos años, como ocurre con otras
tecnologías a las que nos hemos acostumbrado muy rápidamente como los
smart-phones, nos resultará obvio estar rodeados de aparatos basados de una u
otra forma en la impresión 3D. Y para la industria será simplemente un proceso
más de fabricar las cosas mejor y más ágilmente, y nos sorprenderá cuando
pensemos que hacía poco tiempo las cosas se hacían de una forma bien distinta.
De todas las aplicaciones y
tecnologías, todas ellas con impactos en la sociedad muy relevantes, en mi
opinión será precisamente la convergencia de los avances en materiales
biológicos y la nanotecnología con la fabricación aditiva la que tenga una
mayor relevancia en la transformación de nuestro futuro. La medicina es algo,
por definición, personalizado a cada paciente; según mejoremos en ser capaces
de solucionar cada problema individualizado avanzaremos hacia un mejor cuidado
de la salud. Nuevos profesionales, como los ingenieros biomédicos, nos serán
habituales en los centros médicos. Órganos artificiales idénticos a los
enfermos a reemplazar o micro-robots capaces de llevar a cabo tareas de cirugía
interna dejarán de ser cosa del futuro, y nos llevarán a una sociedad muy
distinta a la actual, en la que gracias a la tecnología -la de impresión 3D entre ellas- viviremos más de
cien años.