Capítulo 9: Evaluación
para la adopción de Fabricación Aditiva
¿Qué factores deberíamos considerar para
comenzar la aventura de una fabricación aditiva a nivel empresarial?
El objetivo de este capítulo es establecer
un marco de análisis que nos permita evaluar la idoneidad de que una empresa
adopte o no soluciones de fabricación aditiva, así como determinar la mejor
manera de ponerse en marcha.
“El fin de todo trabajo es producir o lograr algo, y
para cualquiera de esos fines debe existir la previsión, un sistema, la
planificación, la inteligencia y el propósito honesto.”.
Thomas Edison.
Analizando la opción de la fabricación aditiva
Algunas preguntas previas a hacerse
Antes de comenzar el viaje de la
impresión 3D desde el punto de vista empresarial, sería bueno establecer con
claridad cada entorno concreto. Para ello, tendríamos que responder de forma
global a algunas cuestiones que son aplicables a la práctica totalidad de las
empresas ante una decisión de cambio:
- ¿Dónde está realmente el valor de
mi compañía? Puede ser una pregunta genérica, pero tiene mucho calado. En el
fondo, se trata de responder honestamente a la pregunta de por qué los clientes
nos compran a nosotros y no a la competencia. ¿Es diferencial nuestro producto?
¿Nuestro precio? ¿El servicio de soporte? ¿La proximidad al cliente? Debemos
tener claro cuál es el tesoro que deberíamos proteger, no vaya a ser que al
intentar cambiar lo perdamos.
-
Como colofón de la pregunta
anterior, ¿Cómo puedo maximizar ese valor?
-
¿Qué elementos de cambio /
disrupción veo para los próximos 2-5-10 años en el sector?
-
¿Cómo está de avanzada la
revolución por transformación digital en mi sector? ¿y en mi empresa?
-
¿Cuáles son las capacidades
en términos de conocimiento, experiencia, interés, etc. de mi fuerza laboral?
- ¿Cuál es mi capacidad de inversión?
De todo lo anterior tendremos una
primera visión global o no de hasta qué punto debemos cambiar y con qué
urgencia, en términos globales.
¿Sí o no?
Continuemos por decidir si deberíamos
o no adoptar una solución de Fabricación Aditiva.
Ya hemos visto las diferentes curvas
de coste y su relación con las distintas tecnologías de fabricación. Las curvas
nos dan claramente, como vimos en el capítulo anterior, cuatro motivaciones
para adoptar la impresión 3D: La posibilidad de tiradas cortas de fabricación,
la personalización del producto, el acceso a geometrías complejas y las mejoras
en la cadena de suministro. Hay otros factores relacionados con éstos que
también pueden ser importantes como drivers para comenzar a dar el paso;
entre ellos podemos considerar:
-
El nivel de rapidez del mercado:
en un mercado volátil, el ser capaz de responder rápidamente a los cambios es
importante. En la medida en que nuestro mercado necesite el rápido desarrollo
de nuevos productos aplicará más adoptar una solución de prototipado rápido que
sólo la impresión 3D puede proporcionar.
-
Hasta qué punto nuestro
sector está ya siendo impactado por la transformación digital. Ya hemos visto
que la fabricación aditiva está íntimamente ligada con la digitalización de
nuestra empresa. Si el sector ya está avanzando en este sentido, será un motivo
más para la adopción de la impresión 3D.
-
Si nuestra producción tiene
problemas de sostenibilidad medio-ambiental: la impresión 3D, como ya se ha
comentado, no soluciona todos los problemas; pero es indudable que su impacto en
el medio ambiente es mejor que muchas otras alternativas de fabricación. El
decantarnos por esta opción puede ayudar a resolver problemas de impacto en el
medio ambiente además de mejorar nuestra imagen en el mercado como empresa
moderna y responsable.
-
La situación y formación de
nuestra fuerza laboral. Si los recursos humanos de la empresa ya tienen
experiencia y formación en el mundo digital, adoptar una solución de impresión
3D será por un lado más sencillo y por el otro ayudará a integrar la fase de fabricación
entre todos los departamentos de la empresa. Por el contrario, si nuestros
empleados tienen una capacitación más tradicional será más complicado la puesta
en marcha de la impresión 3D.
-
El coste de nuestro producto
actual. Obviamente, dependerá de los detalles específicos en cada caso, pero
podemos ver algunas tendencias generales: si nuestro producto es muy barato, es
muy probable que sea el resultado de años de optimización en la producción y la
cadena de suministro; difícilmente seremos capaces de mantener esos precios con
la actual tecnología de impresión 3D. En el caso contrario, si nuestro producto
es de alto precio, será necesario evaluar la causa raíz: si, por ejemplo, es
fruto de la necesidad de ensamblaje de múltiples partes que podrían eliminarse
mediante la impresión 3D puede ser una oportunidad. Sin embargo, en general, un
alto precio viene dado por un producto muy complejo que será complicado de
transformar en su totalidad introduciendo la fabricación aditiva; será en
principio más factible introducir las nuevas tecnologías de fabricación en
alguna fase del proceso o hacerlo en aquellos casos en los que el coste del
producto es de nivel medio.
-
El tamaño de nuestro
producto. Hay bastantes tecnologías de impresión 3D que están limitadas en su
tamaño máximo por la capacidad de una cámara/cama de la impresora, por lo que
en general hoy por hoy no es una opción recomendable para productos de gran
tamaño. Por otro lado, los datos empíricos demuestran que la fabricación
aditiva se vuelve menos efectiva cuanto mayor es el tamaño del objeto a
fabricar: el tiempo de impresión de muchas capas se vuelve más y más relevante,
al mismo tiempo que se hace más difícil el fabricar varios objetos en paralelo
en la misma impresión por la limitación de espacio.
En el siguiente cuadro podemos ver un
resumen de las principales razones para dar el Sí a la fabricación aditiva en
nuestra empresa:
***
Muy alta recomendación para la introducción de impresión 3D
**
Alta recomendación para la introducción de impresión 3D
*
Recomendación media para la introducción de impresión 3D
En su estudio de 2017, “State of
3D Printing”, la empresa de servicios de impresión 3D Sculpteo
preguntaba a los entrevistados cuáles eran las razones que les habían llevado a
adoptar una solución de fabricación aditiva. En definitiva, por qué le habían
dado el SÍ a la impresión 3D. Este fue el resultado de las más populares:
-
Por acelerar el desarrollo de
producto, 28%.
-
Por ofrecer productos
personalizados a los clientes, 16%
-
Por aumentar la flexibilidad
de la producción, 13%
-
Por posibilitar la
co-creación y la innovación, 9%.
Se ve claro que la velocidad, tanto
en prototipado como en adaptarse a los cambios es una de las claves para la
mayoría. La personalización y posibilidades de diseño la otra. Por otro lado,
es significativo que otras opciones asociadas con la reducción de costes y la
optimización de la cadena de suministros (gestión de suministros, optimización
de gastos de demos, etc…) están aún lejos de los puestos de cabeza.
Por el contrario, en un estudio de la
consultora PwC se les pregunta por las principales barreras percibidas, los
motivos para el NO. El “top-3” de las razones eran:
-
Incertidumbre con respecto a
la calidad del producto final.
-
Falta de experiencia y
conocimiento dentro de la compañía / difícil de reclutar.
-
Las máquinas industriales de
fabricación aditiva son demasiado caras.
De las tres razones, dos de ellas van
mejorando al mismo tiempo que evoluciona la tecnología de impresión y se
afianzan los estándares de fabricación, pudiendo consolidar un buen producto,
repetible y con un coste razonable.
Y es que, al final, se espera que el
factor más limitativo sea precisamente el factor humano.
Análisis de costes en la fabricación
aditiva
Para la evaluación de los costes de
adoptar un modelo de fabricación mediante impresión 3D, deberíamos considerar
los siguientes apartados:
a) Costes de material.
Obviamente varía de una tecnología a
otra, pero aunque la fabricación aditiva usa menos cantidad de material que
otras tecnologías, hoy por hoy el coste en bruto es mayor porque se trata de
materiales más preparados y con menor demanda; se trata de resinas, metales en
polvo, etc. que tienen que tener unas características determinadas para
asegurar la óptima impresión. Para la correcta estimación del coste de material
que emplearemos deberemos considerar:
-
El tamaño medio del objeto a
fabricar.
-
La densidad / relleno (infill) de impresión media.
-
La eficiencia de uso de la
tecnología empleada y su porcentaje de residuos.
-
Costes de capital /
amortización de la maquinaria.
Posiblemente será inicialmente
nuestro coste más significativo, por lo que en muchos casos será recomendable
comenzar nuestra andadura en la impresión 3D con tecnologías más baratas o
buscando un tercero de confianza que lo haga por nosotros (ver el siguiente
apartado con respecto a la posible externalización). Según el Wohlers Report,
informe de referencia en el sector de la impresión 3D, el precio medio de una
impresora 3D industrial era en 2017 de 104.222 dólares; pero la horquilla de
opciones es realmente muy amplia: desde los pocos miles (o incluso menos, si
comenzamos con una batería de impresoras de sobremesa) hasta los más de 300.000
para los sistemas más avanzados.
b) Costes de mano de obra.
Se estiman entre un 2 y un 3% del
coste total el coste del operario de la máquina, aunque lógicamente será muy
variable en función del tiempo dedicado a esta función (si es exclusivo o no),
la formación en otras tecnologías, etc.
c) Costes energéticos, dependientes de la especificación del fabricante y de los volúmenes
a fabricar.
Tenga en cuenta que, según algunos
autores, el distinto ángulo de orientación del objeto a imprimir puede resultar
en cambios de hasta el 160% en la energía consumida.
d) Costes de transporte, a evaluar en función de la cadena de suministro existente, nueva
o transformada que queramos implantar. Como se ya se vio en el capítulo
dedicado en exclusiva a la cadena de suministro, puede suponer un ahorro
significativo frente a los métodos de producción actuales.
e) Porcentajes estimados de
sobre-producción / sobre-trabajo derivados de una
incorrecta evaluación de la demanda.
f) Costes de repetición por defectos o problemas, claramente ligados con la complejidad
media de la pieza fabricada. A mayor complejidad geométrica y mayores
requerimientos de precisión, mayor será el porcentaje de fallos, especialmente
si hay una gran variabilidad de productos. Es de esperar que el porcentaje de
fallos sea alto al principio pero disminuya con una curva de aprendizaje de los
operarios.
g) Costes de pre-proceso y
de post-proceso, también totalmente dependientes
de la tecnología(s) seleccionadas y de la calidad de producto final necesaria.
h) Costes derivados de la
espera entre las distintas fases de proceso,
incluyendo posibles fases de producción desatendida.
i) Costes derivados de
ineficiencias, por no emplear en su totalidad la
capacidad de la cámara de fabricación. Utilizar o no la capacidad total de una
máquina de fabricación aditiva puede cambiar el coste por unidad de una forma
muy significativa.
j) Costes de inventario.
k) Costes de etiquetado y/o
envasado.
l) Otros costes, como pueden ser costes de formación, software, infraestructura
digital, nuevas necesidades de espacio en planta, seguros, costes de terceros,
etc.
Por otro lado, frente a estos costes,
habrá que considerar unos ingresos posiblemente mayores por:
-
Mayor precio (por un mejor
producto, con una vida útil extendida, etc.)
-
Mayores ventas (más clientes,
más canales, negocios alternativos -por ejemplo, venta de repuestos o incluso
modelos 3D-, etc.)
A la hora de decidir si
externalizamos o no nuestra fabricación aditiva a un tercero, deberemos
considerar una serie de factores:
a) El puro volumen y calidad del
producto a fabricar.
Resulta obvio que si queremos
fabricar muy pequeñas cantidades y además con un alto nivel de calidad o
variando los materiales de fabricación, será difícil justificar la inversión en
la maquinaria de impresión 3D propia necesaria. Por otro lado, si estimamos un
número de piezas considerable al mes (mayor de 250, por ejemplo), con una
complejidad alta y siempre con el mismo material (por ejemplo, metal), si
compensará dicha inversión.
Si el nivel de calidad exigido no es
alto y requerimos un número medio-alto de piezas, especialmente si varía mucho
de mes a mes, es muy posible que nos interese hacer la inversión en una serie
de pequeñas impresoras 3D de sobremesa, que nos den esa flexibilidad requerida.
Posiblemente, será interesante además complementar esta opción con el uso de un
servicio de impresión externo por si en algún caso puntual necesitamos más
calidad.
Finalmente, si el volumen es bajo, y
especialmente si necesitamos un muy buen terminado de fabricación, la opción
más aconsejable será la de un servicio de impresión externo.
Figura 77:
Opciones recomendadas de acceso a la impresión
3D en función del volumen y calidad
del producto a fabricar.
b) Por la naturaleza del producto
a fabricar.
- Prototipos funcionales. Si su
número es bajo, y podemos garantizar una confidencialidad del diseño 3D con el
partner o nuestro diseño no es de muy alto valor, podemos plantearnos
externalizar su fabricación. Eso sí, tenga en cuenta que –obviamente- el tiempo
en el que se tendrá este prototipo no será inmediato (dependiendo del servicio
de impresión 3D, podríamos hablar de 1 ó 2 semanas), por lo que si el mercado
nos pide re-diseños permanentes y rápidos será mejor la impresión in-house.
- Modelos de prueba de concepto /
demos. Típicamente nos interesará una alta calidad, por lo que son los
candidatos perfectos a externalizar: un diseño conocido en el mercado (no hay
mucho riesgo de copia) y queremos un perfecto lo más acabado posible, muy
probablemente multi-color o multi-material.
- Repuestos y Reparaciones. Aplicará
aquí el volumen de los mismos y la velocidad en que se necesiten. Una buena
opción puede ser reducir el stock de repuestos e ir reponiendo con un servicio
externo de impresión.
- Partes y producto final. En
principio no parece la mejor opción a externalizar, por cuanto afectará a
nuestro proceso clave de fabricación; puede plantearse para líneas de bajo
volumen como un primer acercamiento a la impresión 3D sin hacer la inversión, o
bien en productos que exijan un alto nivel de personalización pero no sean
realmente claves para la compañía.
En general, como en cualquier proceso
de externalización, no deberíamos externalizar nuestro “tesoro”, aquello por lo
que somos reconocidos en el mercado.
c) Si intentamos o no
transformarnos hacia una fabricación digital.
No podremos aprovecharnos de las
ventajas de una digitalización ágil y completa si externalizamos el servicio.
La ventaja de una fabricación digital es precisamente la ambivalencia entre el
objeto digital y el real por la facilidad de pasar de uno a otro. Si
externalizamos la función, como ya se ha comentado, los retrasos serán
importantes, perdiéndose toda la agilidad que suele ser una de las claves para
la adopción digital.
Algunos autores hablan de diferentes
niveles de externalización de la fabricación aditiva, de menor a mayor valor,
según estemos externalizando:
-
A nivel técnico (simplemente
porque no tenemos el conocimiento / capacidad en la casa).
-
A nivel económico (costes)
porque es más rentable hacerlo así.
-
Por optimización del producto
(posibilidades de rediseño más ágiles).
-
Por cambios en el portfolio.
En todos los casos tendremos que
analizar por tanto las ventajas e inconvenientes, pero sobre todo el riesgo que
adquirimos por externalizar esta tarea.
Un posible modelo de referencia
Puesto que una vez que comencemos a
adoptar una fabricación aditiva nos encontraremos en mayor o menor medida con
todos los factores mencionados anteriormente como razones para el SÍ, tan
importante como decidir si seguimos adelante o no será el cómo hacerlo.
Para facilitar el análisis, propongo
un marco de referencia en el que voy a considerar 3 ejes de posibles
estrategias de mejora:
Por un lado, en el eje X, pondremos
la opción de emplear la fabricación aditiva como una palanca para optimizar
nuestros costes, bien sea por cambios en la cadena de suministro, bien sea
porque nuestros costes directos de fabricación son mejores debido a esta
tecnología.
En el eje Y pondremos la opción de
optimizar o mejorar nuestro producto en alguna de sus características finales.
Finalmente en el eje Z pondremos si
nuestra intención es la de acceder a nuevos mercados, o por el contrario
planeamos continuar con los clientes actuales.
Si combinamos las tres variables,
obtenemos ocho posibles cuadrantes, de los cuales únicamente nos van a
interesar seis:
Zona 0: Donde nos movemos actualmente
(el cuadrante que no se ve o sencillamente tratamos de adquirir nuevos clientes
por otros procedimientos que no tienen nada que ver con la fabricación
aditiva.)
Zona 1: Empleamos la fabricación
aditiva para “simplemente” mejorar un producto que ya tenemos. Hacerlo más
ligero, más atractivo, etc. En definitiva, añadirle alguna propiedad que ahora
no posee.
Zona 2: Vamos a emplear impresión 3D
para hacer el mismo o similar producto que hasta ahora pero de forma más
económica. Típicamente, planeamos reducir nuestra cadena de suministro: por
ejemplo, hacer nosotros mismos las piezas que antes comprábamos fuera.
Probablemente tratamos de reducir
fases de ensamblaje o similar. Otra opción es que nuestras tiradas de
producción fueran tan cortas que la fabricación aditiva proporciona ahorros
directos.
Zona 3: Planeamos mejorar el producto
y al mismo tiempo mejorar sus costes.
Zona 4: Nuestras mejoras en coste
parece que nos llevan a poder competir en mercados donde no estábamos.
Zona 5: Buscamos nuevo cliente al que
queremos acceder a través de un producto novedoso.
Zona 6: Completa transformación de
nuestros productos y cadena de valor.
A continuación veamos los factores
críticos de éxito en cada uno de los casos.
Zona 0: Donde nos
movemos actualmente.
Aunque no tengamos el plan de adoptar
la impresión 3D en el corto plazo, sí que podemos plantearnos hacer los
primeros pasos con el objetivo de empezar a comprender la nueva tecnología,
aunque sea sin mayor objetivo que a lo mejor ir aprendiendo nuevas técnicas,
acceso al prototipado rápido, modelos de primeros diseños o temas similares.
Una buena idea puede ser contactar
con alguna empresa local cercana que tenga capacidades de fabricación aditiva y
subcontratarles algunos modelos de productos futuros para demos o expositores;
de esta forma también nuestros equipos irán acostumbrándose a esta tecnología y
a sus aplicaciones.
Zona 1: Empleamos la fabricación aditiva para mejorar un producto que ya
tenemos.
Dentro de esta zona, podemos
encontrarnos aquí por diferentes razones:
a) Por producir un prototipo rápido que nos ayude a acortar el
proceso de diseño.
b) Por ser capaces de hacer nuevos productos de una forma más rápida,
adaptándonos a las demandas del mercado. La velocidad de cambio de nuestro
producto es la clave.
c) Por la demanda de personalización de nuestro producto a unas
demandas muy cambiantes en función del cliente.
d) Por conseguir un producto similar al actual pero con alguna
propiedad que ahora no posee. Por ejemplo, más ligero por no fabricarlo
completamente sólido.
e) Por hacer un producto más complejo, con una nueva geometría hasta
ahora inaccesible, y que por ello tiene mejores propiedades.
Figura 78: Modelo
de referencia para el estudio de la adopción de la fabricación aditiva.
En definitiva, se trata de formas de
ir creciendo en el eje Y, con diferentes niveles de profundidad que van desde
ir aprendiendo esta nueva tecnología sin mucho riesgo (a), tener mejores
herramientas pero sin abandonar los productos en marcha (b y c), hasta tener
una mayor funcionalidad de producto (d y e).
Cuanto más nos desplacemos por el eje
Y hacia arriba, mayor será nuestra dependencia de la nueva tecnología de
fabricación y más crítico será haber escogido una opción correcta. En las
primeras fases será más posible simplemente externalizar la fabricación, pero
no lo será tanto para productos más complejos que suponen realmente nuestra
diferenciación en el mercado.
Puntos críticos a cuidar en esta zona
son tener un departamento de diseño capaz de desarrollar productos óptimos para
la fabricación aditiva, y ser capaces de seleccionar y operar las nuevas
máquinas de impresión 3D.
Zona 2: Vamos a emplear la fabricación aditiva para hacer lo mismo pero de
forma más económica.
Puesto que, salvo que estemos
hablando de tiradas muy cortas, en general los costes directos de fabricación
serán mayores en la fabricación aditiva que con la tecnología actual, tendremos
que considerar los posibles elementos de ahorro que justifiquen ir por este
camino:
-
Reducción del tiempo de
ensamblado (con la impresión 3D fabricamos varias piezas ya ensambladas a la
vez).
-
Reducción del tiempo de
control de calidad (por reducción del número de pasos).
-
Reducción tiempo de rediseño.
-
Reducción tiempo de pruebas.
-
Ahorro de costes de personal
(por eliminar fases y sustituirlas por fabricación desatendida).
-
Ahorro costes de pre y
post-procesado.
-
Ahorro de materiales (por
menor grado de relleno).
-
Ahorro por menores residuos.
-
Mejor gestión de la demanda
(reducción de la sobre-producción).
-
Reducción de inventario.
-
Acortar la cadena de
suministro (por ejemplo, por suministros más baratos).
En cualquier caso, creo que todos los
elementos de ahorro de la Zona 2 aquí mencionados deberían ser siempre
valorados. Podemos estar seguros de que si alguno de los elementos mencionados
tiene un ahorro importante por introducir la fabricación aditiva, más pronto
que tarde nuestra competencia lo hará.
Debemos no obstante tener claro que
si nuestros ahorros vienen por cambios en la cadena de suministro/reducción de
inventario, puesto que no estamos direccionando a nuevos clientes sino a
nuestros clientes habituales, eso tendrá un impacto en nuestros colaboradores
actuales. ¿En qué medida vamos a reducir el volumen de negocio de nuestro
suministrador o de nuestro canal de ventas? ¿Cómo reaccionarán? ¿Tienen
alternativas? ¿Dependemos aún de ellos para otras líneas de producto? Antes de
hacer cambios drásticos en nuestra cadena de suministro tendremos que ver las
respuestas a estas preguntas y a otras similares relacionadas con nuestra
cadena actual.
Puntos críticos a cuidar en esta zona
son por tanto garantizar que podemos cambiar el método de fabricación si sufrir
ningún tipo de problema en el nivel de calidad al que nuestros clientes están
actualmente acostumbrados, y por otro asegurar que no creamos un problema en
nuestra cadena de suministro, regalando clientes o suministros baratos a
nuestros competidores.
Zona 3: Planeamos mejorar el producto y al mismo tiempo mejorar sus
costes.
En esta zona nos estamos planteando
opciones como “dar más por menos”, que nos permitiría ser mucho más agresivos
que nuestros competidores o defendernos de ellos. En principio puede parecer
difícil que una estrategia así se limite a nuestros clientes actuales, pero
estamos hablando en cualquier caso de –sean clientes nuestros o no- del mercado
tradicional al que nos hemos dirigido de forma natural hasta ahora. Por tanto,
esta opción llevará aparejada las mismas preguntas que en los casos 1 y 2, pero
además tenemos que estar seguros de que realmente los ahorros nos van a
permitir una aproximación agresiva de precios o no. En general, puesto que
estamos ya ofreciendo mejoras de producto, suele ser más prudente mantener los
precios y esperar a consolidar los prometidos ahorros de la impresión 3D antes
de lanzarnos a una campaña más agresiva, salvo que no tengamos otra opción por
presión competitiva.
Zona 4: Nuestras mejoras en coste nos llevan a poder competir en mercados
donde no estábamos.
Se trata de una aproximación cuando
menos peligrosa, que no parece la más recomendable como primera opción:
queremos entrar en nuevos clientes por precio a base de las mejoras en la
producción y la cadena de suministro.
Salvo que realmente la optimización
en la cadena sea muy apreciable, sólo tendrá sentido esta opción si nuestros
productos son susceptibles de una aproximación de “mass customization”, es
decir la personalización/adaptación al individuo nos llevará a llegar a muchos
más clientes, o bien nuestra transformación de la cadena de suministro nos hará
llegar a muchos más canales.
De otra forma, es muy posible que al
intentar entrar en nuevos clientes, reduzcamos el precio y de una forma u otra
provoquemos una canibalización del negocio actual, reduciendo nuestros
márgenes.
Zona 5: Buscamos nuevo cliente por un producto novedoso.
En esta área estamos realmente
planteándonos emplear las posibilidades de la fabricación aditiva por cuanto
buscamos un producto que hasta ahora no podíamos producir, y ello nos lleva a
nuevos mercados.
Tendremos que ver los mismos puntos
que para la zona 1, pero la diferencia fundamental con la zona 1 y la 3 es que,
al direccionar nuevos clientes, para bien o para mal, tenemos un cierto grado
de libertad de acción. Posibles errores que cometamos no nos penalizarán tanto,
puesto que no deberían afectar directamente a nuestros clientes actuales; puede
ser por tanto una buena opción para experimentar con las nuevas tecnologías de
fabricación con un riesgo más limitado que por otros caminos.
Al mismo tiempo, como cualquier
experto en marketing nos hará recordar, es siempre más difícil conseguir un
nuevo cliente que vender algo nuevo a nuestro cliente habitual. Por tanto,
tenemos que estar realmente seguros de que las nuevas características que
añadimos a nuestro producto son realmente diferenciales como para hacerlo
atractivo a un cliente desconocido hasta ahora.
Si estamos hablando además de muy
bajos tamaños de lote, recordemos asimismo que esto también añade más poder al
cliente, en el fenómeno conocido como el “customer empowerment”, que
habrá que manejar. Estamos entonces en un escenario de alta personalización y
por tanto alta exigencia por parte del cliente.
Zona 6: Completa transformación de nuestros productos y cadena de valor,
dirigiéndonos a un nuevo mercado.
Es obviamente la opción más agresiva,
y por tanto la de más riesgo pero también con mejores potenciales resultados.
Se trata en definitiva de un nuevo modelo de negocio, por lo que recomendaría
ir allí realmente con un planteamiento tal y como si fuera una nueva empresa.
Eso nos puede permitir intentar lanzar nuevas líneas de producto intentando
realmente aproximarnos a lo que sería una estrategia de fabricación digital,
con todo lo que ello supone.
Será por tanto la ocasión de
organizar un proceso completamente virtual extremo a extremo, que permita a los
diseñadores y a marketing ver los resultados del proceso antes de invertir
dinero en la fabricación, con todos los implicados participando en un diseño
muy ágil.
Lógicamente, es un modelo de trabajo
que requiere una inversión para hacerlo, pero –sobre todo- requiere de unas
capacidades y de unas actitudes muy diferentes al negocio habitual, por lo que
habrá que calibrar muy bien la capacidad
de acometer una iniciativa así.